Cerramiento de porches
Los porches se diferencian de las terrazas en que son estructuras adheridas a otras, y cuyas aperturas se encuentran solo en los laterales y en el frente, ya que cuentan con techo y se adhieren a otra estancia a través de una pared. Eso en cuanto a su forma, porque en cuanto a su función lo cierto es que un porche puede cumplir casi con los mismos objetivos que una terraza, y que suelen estar relacionados con la idea de poder disfrutar de las zonas exteriores en cualquier momento del año, incluso cuando los días son fríos o hay lluvia.
Pero además de zonas relajadas, un porche cerrado y bien acondicionado puede servir para resguardar una piscina y poder disfrutar de ella en cualquier momento, para ampliar el espacio interior de una casa o para instalar el comedor y poder desayunar y comer viendo el paisaje de fuera. Cuando se realiza un cerramiento de porche para cualquiera de estas u otras funciones, llamamos al espacio nuevo creado “veranda”.
El cerramiento de un porche variará dependiendo de los materiales que se vayan a utilizar, como sus cierres o acristalamientos. Siempre otorgará, en cualquier caso, un valor añadido a una propiedad, pues permite entre otras cosas ampliar las posibilidades de ocio sin que éstas queden limitadas por el tiempo, así como disponer de más espacio en un hogar, bien aprovechando la entrada o la parte posterior de la misma.
Materiales recomendados para cerramientos de porches
Un cerramiento de porche se puede hacer con diversos materiales, entre los cuales destacan el cristal, el aluminio, la madera, la lona, el PVC o el vidrio, y su elección deberá hacerse pensando en aspectos tales como la ubicación, el uso que se vaya a hacer del espacio o su disposición. Al ser los porches cerrados una forma de disfrutar de zonas de exterior sin tener que sufrir pérdidas térmicas en el resto de la casa, es muy importante seleccionar siempre materiales que aíslen de manera eficiente la zona protegida de la zona al aire libre.
A continuación veremos dos de los materiales más utilizados en profundidad, la madera y el vidrio.
Madera en estructura y carpintería del porche
La madera suele ser uno de los materiales más elegidos a la hora de fabricar la estructura de un porche, y es que además de su gran calidad y resistencia, aporta una alta dosis de estilo y de elegancia atemporal. Pero en cuanto a la carpintería se refiere, es decir, a las ventanas y a las puertas que formarán parte del cerramiento, este uso ya no es tan habitual aunque tampoco imposible. Eso sí, será muy importante que en caso de querer madera también en las piezas de carpintería, se busque una adecuada impermeabilización y estanqueidad de las juntas, lo que puede conseguirse instalando piezas de tipo “europerfil” que son las cumplen con una mayor garantía de calidad.
Especial cuidado debe llevarse durante la instalación, sobre todo en travesaños inferiores e intermedios, con el objetivo de conseguir esa estanqueidad y ese nivel de drenaje tan necesario. La impermeabilización de la madera puede conseguirse también con distintos tratamientos, como la imprimación con lasur o el tratamiento en autoclave. La madera debe siempre transpirar pero sin dejar que penetre la humedad, lo que no siempre es fácil de conseguir, y deberemos poner especial cuidado en zonas como las ventanas, concretamente entre el muro y el durmiente. En este punto no podremos olvidarnos tampoco de la presencia de un canalón para recoger el agua, y que estará situado en el travesaño superior de la fachada.
Las maderas utilizadas para la carpintería exterior suelen ser de clase 3, lo que garantiza una buena respuesta a la exposición. Si el conjunto debe ser más grande y, en consecuencia, se precisan también elementos estructurales, entonces se recomienda que las maderas sean de clase 4 y que se tenga mucho más cuidado en la protección de las piezas para su buena conservación y función.
Para conseguir unos acabados finales conforme al estilo de cada cliente, existen opciones como la pintura, el color natural, la lija o los acabados lacados, pero sea cual sea la opción elegida no variará la necesidad de cuidado y mantenimiento que precisará el porche, al tener que sufrir las condiciones de permanecer a la intemperie. Con un montaje adecuado y habiéndose seguido todas las anteriores recomendaciones, lo normal es que no haya que preocuparse por cambiar el porche en un futuro, siempre y cuando se realicen unas mínimas medidas de mantenimiento cada 4 años aproximadamente.
Vidrio en vertical y cubierta del cerramiento
Existen diferentes tipos de vidrio, y su elección debe depender del uso que quiera hacerse de la zona, es decir, si necesitará más o menos nivel de climatización, de si precisa de un mayor nivel de aislamiento térmico o acústico…Si el problema es el del ruido, por ejemplo, será muy importante buscar vidrios de un mayor grosor o vidrios laminados. El acristalamiento de dos hojas con una cámara intermedia estanca (de tipo “climalit”) será la mejor opción para un excelente aislamiento térmico. Si el vidrio va a utilizarse también en la cubierta del porche, será de vital importancia buscar un tipo de vidrio realmente seguro y resistente, capaz de soportar importantes cargas de peso sobre todo en zonas en las que el clima pueda ser realmente severo, como en zonas de montaña y nieve.
Podemos romper la monotonía del vidrio con otro tipo de materiales para la carpintería, como por ejemplo el aluminio o la madera, aunque si es el último caso, será fundamental asegurarse del nivel de estanqueidad en las juntas entre materiales, ya que aunque la madera es un material que nos resguardará mucho mejor de las temperaturas extremas que el aluminio, tiene mayores posibilidades de sufrir las consecuencias de la humedad. En el caso de las ventanas deberemos tener en cuenta también el tipo de apertura, que podrá ser corredera u oscilo batiente, mucho más utilizadas hoy en día, o incluso motorizadas, algo muy común cuando se incorpora también una ventana en la cubierta de un porche.
Con respecto a las cubiertas también podremos elegir entre diferentes opciones, como una cubierta inclinada, una cubierta plana, otra a dos aguas…e incluso podemos introducir innovaciones menos tradicionales como una estructura de tipo curvo, aunque algo así encarecería bastante el presupuesto, pues una veranda con superficie curva precisaría también de piezas de vidrio curvas bastante complejas, cuyo resultado, por el contrario, podría ser sensacional.
Otras consideraciones a tener en cuenta con los cerramientos de porches
También existe la opción de querer cerrar el porche de manera permanente, es decir, para poder ampliar así la casa y disponer de más metros cuadrados en el interior perdiendo casi siempre la función de terraza o zona exterior más propiamente dicha. Para ello será necesario realizar un cerramiento completamente estanco, así como incorporar un techo sobre dicho cerramiento. Para conseguir esta nueva función del porche el techo más adecuado sería el llamado “techo de panel de sándwich”, fabricado con chapa y paneles muy densos reforzados con materiales aislantes. Y, si aún no hemos decidido si querremos volver a abrir la cubierta del techo o no, siempre podemos poner un techo de vidrio o un techo de policarbonato con sistema de apertura.
Deberemos tener en cuenta en este tipo de casos, y al ser necesarias obras de mayor envergadura así como funciones de albañilería más complejas, que sí puede ser necesario solicitar un permiso al ayuntamiento local e incluso a la propia comunidad de vecinos. Conocer la normativa urbanística en cuestión de cerramientos de porches, aunque pueda parecer algo sin importancia, siempre nos garantizará hacer las cosas bien y con responsabilidad.
Otras consideraciones, como el nivel de captación solar que tenga el porche en función de su orientación, serán esenciales también para elegir los materiales adecuados, con el fin de evitar a posteriori sensaciones desagradables como el llamado “efecto invernadero” que puede producir un porche con cerramiento de vidrio en verano y con orientación sur u oeste. Con respecto al suelo, será muy importante asegurarse de que quede al mismo nivel que el solado exterior para evitar percances y una desarmonía visual. Una buena solera de hormigón, o la construcción de un forjado elevado con murete perimetral, puede solventar este problema otorgando continuidad, especialmente cuando haya un importante desnivel en origen.